Viajar a Mongolia es hacerse un hueco, sin saberlo, en el mismísimo corazón del continente asiático. Un viaje a Mongolia es adentrarse en un universo desconocido, en el que la autenticidad en los modos de vida aún no se ha perdido. Te darás cuenta de ello cuando pases una noche junto a una verdadera tribu nómada en una yurta, en el preciso instante en que conozcas las ruta de la seda o en las innumerables ocasiones en las que no podrás evitar sentirte insignificante frente a la bella inmensidad de un paisaje.
"¡Bienvenidos a la tierra de los nómadas!"
En Karakorum, la que fue capital del Imperio Mongol durante 30 años, podrás visitar tres templos que representan las tres etapas de la vida de Buda y el monasterio más antiguo del país, Erdene Zuu, ¡todavía en pie! y rodeado por un centenar de estupas. En la capital actual, Ulán Bator, se siguen apreciando las secuelas de la purga comunista de los años 30 y la grandeza de algunos edificios sagrados como el Monasterio Gandan, que tuvieron la suerte de ganar a la barbarie. No tardarás en darte cuenta de que Mongolia y su gente están enormemente ligados a sus raíces y al legado de Gengis Khan, el fundador del Imperio Mongol y conquistador de casi toda Asia. Sí, ya lo habrás deducido, viajar a Mongolia es desenmascarar la parte más desconocida de la historia de Asia. ¡Un juego a la altura de los valientes! ¿Te atreves?