El simple hecho de escuchar su nombre ya te hace sentir
dentro de una aventura. Y es que visitar
Tikal es de esas experiencias que sugieren un sombrero y un látigo, como un
Indiana Jones moderno en busca de los secretos mejor guardados de los mayas. Sabiendo
que lo que se puede ver hoy es solo un 20%
de la ciudad original y que las pirámides estaban pintadas de colores
vivos, es fácil hacerse a la idea de lo increíble que era y sigue siendo la
Gran Tikal. Y es que, tanto por sus restos como por la selva que la devora -literalmente-,
esta maravilla del mundo antiguo forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
"Sus edificios fueron tan altos que algunos la llaman “la Nueva York de los mayas”"
Las selvas del Petén, de las más densas de nuestro planeta, rodean este tesoro arqueológico en el que todavía se pueden ver seis de sus templos, subir a sus pirámides y atravesar las plazas. Aquí es donde los mayas jugaban a la pelota, un deporte en el que el perdedor solía ser sacrificado y decapitado de forma ritual. Viendo el tamaño de la ciudad, se calcula que podían vivir más de 100.000 habitantes durante el siglo IX, más que en el mismísimo Londres de la época. ¿Te apuntas a la aventura de explorar una de las capitales del mundo maya?