Viajar al Valle de Haa es conquistar un territorio prácticamente virgen; es recorrer a pie, en bicicleta o escalando, los doce templos que se esconden entre sus laderas; es detenerse en el Paso de Chele-La, respirar el aire fresco y contemplar el Valle de Paro desde las alturas. Viajar al Valle de Haa es quedarse sin palabras al tener ante los ojos la montaña más alta de Bután y del mundo, ¡el imponente Monte Chomolhari! Eso sí, las palabras no tardan en volver para formar a su paso un: “¿cómo es posible que este regalo aún no haya sido explorado?”
“¿Sabías que el Himalaya tiene su propia flor? Una amapola azul que solo crece a partir de los 4000 metros y que alcanza los 4 metros de altura”
Gracias a la cercanía del Monte Chomolhari, lo tendrás muy fácil para salir en busca del esquivo leopardo de las nieves. Descubre un budismo distinto en el convento de monjas budistas, o Bhikshuni, de Kila, al pie de un acantilado y con un paisaje privilegiado. Como en todos los distritos de Bután, al viajar al Valle de Haa podrás visitar su propio dzong o fortaleza, que en su día sirvió para detener las invasiones tibetanas. De hecho, es tal su naturaleza fronteriza, que la Reserva Natural con el nombre del actual Rey de Bután, Jigma Khesar se interpone entre las últimas ciudades butanesas y la vecina China. ¡Atrévete a contemplar la cima de Bután!