Trinidad es conocida como una de las ciudades coloniales más bonitas de América y desde el primer momento que pongas un pie en alguna de sus empedradas calles lo entenderás. Las fachadas de sus casas están llenas de color, sus plazas y plazuelas siempre están repletas de gente, de murales y, ¿cómo no?, de música y espectáculos. Porque en la que fue capital de Cuba, el turismo baila al ritmo del viajero. Porque perderse por los adoquines de sus calles te descubrirá qué hacer en Trinidad.
“Con uno de los cascos antiguos mejor conservados de Latinoamérica es un museo al aire libre que parece haberse quedado anclado en el pasado”
Por la mañana, las empedradas calles de Trinidad están repletas de vida: mercadillos, animales y niños jugando en cualquiera de sus plazuelas e incluso en la mismísima Plaza Mayor. Por la noche, Trinidad es fiesta y magia. Copas de canchánchara, mojitos al pie de la gran escalinata o conciertos de música en directo amenizan el ambiente. Pero también hay playas. Playas tan paradisiacas como la de Ancón y calas con tanto encanto como la de La Beata. Porque… ¿quién sabe? Puede que vuelvas de tu viaje a Cuba bailando como un cubano más y con un color de los que generan envidias -eso sí- de las sanas.