Cuenta la leyenda que en la época en que los conquistadores españoles llegaron a las tierras ecuatorianas hubo un cacique, llamado Guayas, que desafió a la autoridad clavando un puñal en el pecho de su amada Quil y afirmando en voz alta que la sangre que de allí manaba, mancharía para siempre la ciudad. De esta historia nace el nombre de la que ha terminado ganándose el título a la ciudad más grande y sorprendente de Ecuador. Viajar a Guayaquil es una de esas cosas que rara vez entran en tus planes, pero que cuando lo hacen te los cambian por completo. La esencia más pura de Guayaquil se respira en el Malecón 2000, entre imponentes rascacielos y el ruido de una ciudad que nunca descansa; hablando con su gente en el barrio de Las Peñas y probando en sus restaurantes la cocina más sabrosa de toda Latinoamérica.
“¡Bienvenido a la Perla del Pacífico!"
Visitar la habitación con vistas al río Guayas, que acogió a un jovencísimo Che Guevara; conocer la residencia temporal de Ernest Hemingway; comprar un recuerdo tribal en el mercado artesanal de la ciudad; descubrir el Palacio Municipal y el Reloj de la Torre Morisca o dejarse hipnotizar por las playas de Varadero. Cualquier opción es buena en “la perla del Pacífico”. ¡Viajar a Guayaquil es entrar a Ecuador por la puerta grande!