La capital más septentrional del mundo es una ciudad pequeña que rebosa cultura por todas partes y que presume de no tener un turismo masificado, pero sí muchos lugares de interés de lo más sorprendentes para el viajero. Porque no solo es una ciudad con un ambiente que engancha, sino que su enclave parece sacado de una postal: pasear por el lago Tjörn o perderse por el parque Laugardalur descubriendo que dentro hay una piscina geotérmica, un jardín botánico y… ¡hasta un zoo!
“Los finlandeses están tan orgullosos de su naturaleza que la catedral de Reikiavik está inspirada en la cascada negra de Svartifoss”
Pero en Reikiavik hay muchas más cosas que ver: desde la impresionante arquitectura del edificio de la Ópera hasta el museo al aire libre de Árbæjarsafn, un viaje a Reikiavik también es darse en baño la Laguna Azul, subir hasta lo alto del volcán Monte Esja y disfrutar de las vistas o salir en busca de ballenas y delfines blancos. Y, si tu viaje a Islandia es en invierno, en Reikiavik podrás incluso disfrutar del espectáculo de las auroras boreales. ¿Se puede pedir más?