Viajar a Extremadura es volver a lo clásico. Extremadura es honrar a tu paladar con el manjar ibérico de bellota. Extremadura son kilómetros de campo donde perderte y encontrarte con obras de arte de la naturaleza como Los Barruecos. Porque este rincón ibérico tiene su propio puente en la historia entre el arte renacentista y gótico de sus catedrales. Además, el turismo en Extremadura es desgastar las zapatillas en la larguísima muralla de la Alcazaba de Badajoz, es sentirte un explorador en Trujillo, “tierra de descubridores”, es perderte en la inmensidad del Parque Nacional de Monfragüe y es alucinar viendo los cerezos en flor del Valle del Jerte.
“¿Sabías que Badajoz presume de tener la fortificación más grande de España?”
Sumérgete en algunos de los rincones más bonitos de España como Jerez de los Caballeros, un pueblo que te transportará a la época de los templarios con la torre de su iglesia. Porque Extremadura es disfrutar de los delirios de Homero durante el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y seguir la huella Romana por toda la ciudad. Extremadura son los intrépidos senderistas de la Garganta de los Infiernos y los curiosos que disfrutan de las vistas desde lo alto de La Chorrera. Porque Extremadura es romana, es hispana y es, sobre todo, muy nuestra.