¡Esto es Madagascar en estado puro! Montarse en el Tren de la Selva es tener acceso a una dimensión paralela; el tiempo transcurre tan lento dentro, que cuando bajas, no parece haber pasado fuera. Este tren de colores, cuyo recorrido finaliza en el Océano Índico, atraviesa la espesa niebla, dejando atrás los arrozales, antes de que sus vías se pierdan en la jungla, ¡entre lémures, baobabs y la propia población malgache!
"¡Bienvenido al tren que sigue al pie de la letra la filosofía de Madagascar: despacito y con tranquilidad!"
Codearse con los habitantes de la isla, aprender los juegos de los niños o probar la comida local que se va ofreciendo en las distintas paradas del tren son experiencias que convierten este paseo en tren en algo imprescindible. Y todo eso sin tener en cuenta las vistas del paisaje que te regala la ventanilla…pero no eso no hay palabra que lo describa. Así que como dicen allí: ¡“mora-mora” y sé feliz!